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Vicente Riolobos en plena actividad profesional. E. C.

Vicente Riolobos: «Hay gente de los pueblos que no conoce cómo es su río»

Este jaraiceño, al que todos conocen como 'Chente', es experto guía de barrancos en la comarca de la Vera

Domingo, 12 de octubre 2025, 18:59

Vicente Riolobos, al que todos conocen como 'Chente', es uno de los encargados de desmentir con hechos que Extremadura sea una tierra árida. La gran cantidad de embalses y su enorme tamaño permiten que haya decenas de playas de agua dulce en la región. Pero 'Chete' les da una vuelta de tuerca a los recursos hídricos y aprovecha el agua recién llegada de las nieves de Gredos que acaba corriendo y saltando por la comarca cacereña de la Vera, donde él tiene su empresa para atender a los cientos de personas que hacen barranquismo cada verano en Extremadura.

-¿Por qué empezó en esto?

-Es un poco literario. Yo he nacido y me he criado en Jaraíz de la Vera. Mi padre era pescador y cuando yo tenía unos ocho años mi madre me mandaba con é por que daba mucha lata en casa. Nunca me dio por coger la caña y en esos ratos saltaba de piedra en piedra por las gargantas. Ahora lo pienso y jugaba por las mismas zonas por las que ahora guío, allí donde los pescadores amigos de mi padre ya buscaban por dónde acceder.

-¿Cómo se inició en este deporte?

-Los precursore fueron unos franceses en la década de los setenta en la Sierra Guara (Huesca). Había palomeras que eran inaccesibles y por eso estas aves hacían ahí sus nidos, pero algunas personas iban hasta ellos y tenían que bajar por determinados sitios, por necesidad. Los franceses le dieron a esto el toque deportivo combinando trajes de buceo con material de escalada. Luego los espeleólogos y los escaladores fueron los primeros que se asomaron a esta técnica.

-¿Y cómo comenzó usted?

-Con 16 años ya bajaba, pero sin neopreno ni cuerdas, con sandalias y saltando o haciendo toboganes, todo muy rústico. El neopreno me lo puse en 2003 y mientras me formaba presenté un proyecto en la Mancomunidad de la Vera. En 2005 empecé a guiar a mis primeros clientes.

-¿Cuántos barrancos hay en Extremadura?

-Más de veinte. La mayoría están en La Vera, unos 16 incluyendo algunos de Ávila, mientras que en el Valle del Jerte hay cinco o seis. Los hay deportivos y comerciales, unos para gente con experiencia y otros más lúdicos, con accesos más fáciles y toboganes, para ir con niños o familias. Hay diferentes niveles de dificultad y un buen guía debe saber filtrar para no tener problemas: optar por algo para disfrutar, no para que la gente se bloque en un salto o en un rápel y lo pase mal.

-¿Espera la gente hacer barranquismo en una comunidad así?

-Hay prejuicios con Extremadura y esto te lleva a errores y a sorpresas. Tiene sitios alucinantes, desde la dehesa a las zonas esteparias de la Siberia. Y luego está el norte de Cáceres, donde hay más montaña con toda su red hídrica y la gente se sorprende. Y lo que más hago con clientes es descenso por el río Tiétar en piraguas. Pero no solo con los forasteros. Aquí la gente de los pueblos no siempre conoce su río. Cree que no lleva agua porque solo pasan por los puentes y ven los arenales. Y yo les digo «gástate 25 euros, que veo que no conoces tu río». Lo recorren y luego te reconocen que no lo esperaban así.

Actividad delicada

-Pero esto es para todos los públicos, ¿o sí?

-Guiar a gente río abajo es una actividad delicada. Son imprescindibles guías formados y titulados. Y además de conocimientos técnicos de manejo de cuerdas, hay que conocer bien el terreno porque las condiciones cambian. Luego toca preparar cada itinerario para recorrerlo con clientes de un perfil muy variado. Además de revisar cambios geológicos, tenemos que preparar el río porque se pueden taponar algunos pasos o limpiar las pozas en las saltamos para no tener un accidente grave. Pero para dejarse guiar por un barranco comercial solo hay que saber nadar y tener algo de forma física para caminar hasta el punto de partida. En agosto, el perfil son familias de vacaciones. En julio también vienen grupos por cumpleaños o despedidas de soltero. Se gastan 35 euros, zapatillas incluidas, que mí son igual de importantes que el casco, y pasan un día memorable. El entorno también tiene mucho que aportar. Yo le doy mucha importancia a la interpretación del medio, larvas, vegetación o mamíferos que hay en la zona asociados al agua porque así es una experiencia más completa. Esto no es solo un parque acuático natural.

-¿Qué tal el verano hídricamente hablando?

-Cada garganta depende de la nieve de cada temporada. La cara sur del Almanzor (pico de Gredos de mayor altitud) vierte a La Vera y este primero de julio todavía había viveros allí arriba, así que es un buen verano, lo cual suele estar condicionado por las últimas lluvias o nieves. Cuanto más tarde, mejor.

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