La primera visita de la tele, para grabar una obra de teatro, revolucionó Jaraíz
La presencia de las cámaras, en el otoño de 1968, produjo un gran impacto y la obra tuvo que representarse dos veces porque la primera no se pudo grabar por el ruido de los espectadores
A finales de la década de los sesenta del pasado siglo la televisión era ya un fenómeno social, de masas, como el fútbol, en toda España. Era la España 'ye-yé'. Había dos cadenas, la uno para todo el país, y la dos, conocida como el UHF, para Madrid y Barcelona, que poco a poco se fue extendiendo, primero a las grandes capitales, y después al resto del territorio nacional.
La última región en la que se pudo sintonizar, para no variar, fue Extremadura. No se pudo ver hasta el otoño de 1977, y no en toda la región. Jaraíz fue de las poblaciones afortunadas, aquí sí se puedo ver desde el primer momento.
La televisión, en blanco y negro, acabó con las salas de cine y se adueñó de las casas. Eso explica el revuelo que causó en Jaraíz de la Vera la presencia de las cámaras de televisión española en el otoño de 1968.
Vinieron, por primera vez, para grabar una obra de teatro en la Plaza Mayor por mediación del sacerdote Marcelo Blázquez. Actores como José María Pou o Arturo López, entre otros, que intervenían en la obra, firmaron autógrafos a diestro y siniestro.
La obra se representó dos veces. Una para todo el pueblo. Y la otra, por decirlo así, a puerta cerrada; sin el respetable, porque en la primera no hubo forma de conseguir un silencio absoluto para poderse grabar con sonido ambiente.
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La llegada de las cámaras de la televisión fue entonces el mayor espectáculo del mundo. Ilusionaron a pequeños y mayores. La liaron parda. Revolucionaron a todo el pueblo, que parecía una versión de la película 'Bienvenido, Míster Marshall', de Berlanga.
Tras su marcha, todos los jaraiceños empezaron a contar los días para ver a su pueblo en televisión, sobre todo los que entonces eran niños. Fue para todos increíble, meses después, ver el nombre de Jaraíz en la tele, la Crucera de Santa María o la Plaza Mayor convertida en un plató, así como a diferentes personas, en la pequeña pantalla. Aunque las referencias al pueblo, la verdad, duraron poco. Visto y no visto, pues lo importante, y el motivo de la presencia de las cámaras no fue otro que la filmación de la obra de teatro.
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Como quedó un sabor agridulce, Marcelo Blázquez no tardaría en volver a traer a la televisión pública a Jaraíz. En la siguiente oportunidad, en compensación, vino Alfredo Amestoy, por lo del premio nacional concedido al Teleclub La Concordia.
Lamentablemente el artífice de que Jaraíz saliera del anonimato en la década de los 60, el cura Marcelo Blázquez, falleció en noviembre en Nueva York. Tenía pensado regresar a España a finales de 2020 para quedarse en Serradilla, su pueblo. Antes de emigrar a los Estados Unidos, en 1973, fue en Jaraíz coadjutor de la iglesia de Santa María durante nueve años, profesor del IES M. Gonzalo Korreas y director del periódico local 'Afán Jaraiceño', cerrado por su tendencia liberal, adujeron las autoridades.
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Pero como corresponsal de la emisora 'La Voz de Extremadura' y colaborador del diario HOY (todos los veranos se pasaba por la redacción de Cáceres para contar sus vivencias yanquis), entre otros medios, continuó en su línea hasta su marcha a Nueva York.
En Jaraíz alternó su labor pastoral con la docencia y otros menesteres, pues fue también Delegado de Educación Física y Deporte y fundador del añorado Teleclub La Concordia, que en 1969 consiguió el Primer Premio Nacional, otorgado por el Ministerio de Información y Turismo. Y logró que, por eso, volviera la televisión.
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