Las bandas de tambores y cornetas y las cofradías necesitan refuerzos

A finales de los noveinta del pasado siglo la Semana Santa jaraiceña comenzó un periodo de esplendor que se ha mantenido hasta hace tres o cuatro años, en que ha empezado a decaer.

El auge se produjo con la creación de cofradías y bandas de tambores y cornetas, la restauración de imágenes y andas y la adquisición de elementos y objetos para el culto religioso que han contribuido a la brillantez de los desfiles procesionales, admirados dentro y fuera.

Durante casi dos décadas han gozado de esplendor. Sin embargo, de no producirse un giro, todo parece indicar que tienen los días contados.

Las procesiones no van a desaparecer, pero van a dejar de ser lo que han venido siendo hasta ahora. Faltan costalero para llevar las imágenes y las bandas de tambores y cornetas se están quedando sin componentes, sobre todo de trompetas. Lo que se vislumbra, pues, son bandas sin cornetas.

Ante este panorama de deserción, una de las hermandades ha tenido que incorporar ruedas a las andas ante la falta de costaleros. Y, a este paso, le seguirán más o no se podrán sacar las imágenes, como ha ocurrido con la del Amarrado, al que no le acompañan los dos esbirros por el peso de los mismos.