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Francisca Martínez saludando a varias vecinas tras llegar a Jaraíz desde Murcia. A su izquierda, su marido y la enfermera Belén Soto. :: Lorenzo Cordero

De Murcia a Jaraíz para cumplir el último deseo de Paca

Una fundación que se dedica a hacer realidad los sueños de pacientes encamados traslada en ambulancia a esta cacereña para que vea a su familia y su pueblo natal antes de morir

Álvaro Rubio

Cáceres

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Sábado, 20 de julio 2019

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Hay sonrisas que es imposible borrar. La que esbozaba Juan Cruz, el marido de Francisca Martínez, el lunes 15 de julio, fue una de ellas. Él vio cómo la persona que más quiere cumplía su último deseo. Su esposa, con la que ha pasado toda la vida y con la que tiene dos hijos, regresó a Jaraíz de la Vera, su pueblo natal. Quiere descansar junto a los suyos y en su hogar ahora que la enfermedad se la está llevando poco a poco.

Paca, como la llaman en la tierra que nació hace 82 años, tiene un cáncer de riñón. Se lo detectaron las pasadas navidades y, según los médicos, ya no se puede hacer nada más. Está recibiendo cuidados paliativos y el lunes fue trasladada a Jaraíz desde Los Alcázares, un pueblo situado a hora y media de Murcia, región en la que viven desde que Juan se jubiló.

En total, más de 550 kilómetros y ocho horas con cinco paradas en el camino, un viaje hasta La Vera que no hubiera sido posible sin la Fundación Ambulancia del Deseo. Se trata de una iniciativa que lleva en funcionamiento en España desde abril de 2018. De manera altruista, se dedican a cumplir las últimas voluntades de pacientes que están pasando por la última fase de su vida o llevan largos periodos de tiempo encamados. Sus medios han llegado a distintos puntos de España y en un año han cumplido más de 30 deseos. El de Paca es el primero que se realiza en Extremadura.

A las diez de la mañana salió de Murcia la ambulancia con destino al número 15 de la calle Sevilla de Jaraíz de la Vera. En ella iba Paca que, aunque muy cansada, no paró de agradecer durante todo el traslado el trabajo de los profesionales que la estaban acompañando. En el camino estuvieron junto a ella los técnicos sanitarios Manuel Fernández y Marta Alcaraz, y la enfermera Belén Soto, quien destacó que Francisca es consciente de todo, que no tiene deterioro cognitivo y que incluso fueron hablando en el viaje. «Estaba preocupada porque su marido y su hija también iban conduciendo muchas horas», comentó Belén, que no se separó de la paciente en todo el recorrido.

Su hija María Isabel y su marido fueron en un coche detrás del vehículo sanitario. «Ha sido largo, pero ha merecido la pena. Si no fuera por esta ambulancia no podríamos haber llegado. Esta gente es maravillosa», decía emocionado Juan mientras veía cómo bajaban en camilla a su esposa. «Nos gusta mucho Murcia. Hemos disfrutado de la playa y allí estábamos bien, pero en estos momentos queríamos estar con la familia», reconocía Juan.

Llegaron al municipio jaraiceño a las siete de la tarde. Allí estaba su hijo Juan Antonio Cruz, al que no veía desde el pasado mes de mayo. Él fue quien la recibió junto a su cuñada Manoli, que esperó en la escalera de la casa familiar durante más de una hora y media el momento de la llegada. «Ella es muy fuerte, aunque hace tiempo que no la vemos y no sabemos cómo está físicamente», decía justo antes de reencontrarse con Paca.

Los técnicos sanitarios abrieron las puertas de la ambulancia y se vio a Francisca. Le brillaban los ojos. Delataban su emoción por volver a ver a los suyos. Ya en su calle empezó a recibir abrazos y, por un instante, olvidó lo duro que había sido el viaje. Por un momento desapareció el dolor de la enfermedad. Pudo abrazar a su hijo y a su cuñada. Incluso sacó fuerzas para saludar a los vecinos que salieron a verla desde sus balcones. «Quería regresar a mi pueblo», dijo la anciana con una voz débil. Casi apagada. «Aquí nos conoce todo el mundo», comentó mientras los sanitarios le ayudaban a pasar por la puerta de su casa.

Francisca mira a su hijo mientras los profesionales la trasladan a su casa. Su marido, a la izquierda. ::
Francisca mira a su hijo mientras los profesionales la trasladan a su casa. Su marido, a la izquierda. :: L. CORDERO

Desde Holanda

«Es importante que la gente conozca este tipo de iniciativas. Si no fuera por ellos no sé cómo podríamos haber traído a mi madre hasta aquí», decía visiblemente emocionado el hijo de Francisca. Lo comentaba al lado de su hermana María Isabel. Ella fue quien puso toda esta maquinaria en marcha. Habló con los profesionales de cuidados paliativos del hospital en el que estaban tratando a su madre en Murcia y ellos le hablaron de la Fundación Ambulancia del Deseo.

«Normalmente recibimos la peticiones a través de la página web, donde se puede rellenar un formulario, pero cada vez hay más profesionales médicos que nos ponen en contacto con familias», detalla José Manuel Salas, médico del 061 de Murcia y uno de los precursores de la Fundación Ambulancia del Deseo en España. Él también forma parte del Foro de Humanización en Urgencias, Emergencias y Catástrofes (Hurge). «Nuestro objetivo es llegar a los cien primeros deseos», añade Salas antes de relatar cómo surgió esta idea que ya ha llegado a diez países.

Nació en Holanda de la mano de Kees Veldboer. Él es un conductor de ambulancia que trasladó, a principios de 2007, al marinero Mario Stefanutto. De camino al hospital, Kees hizo un desvío hacia el puerto y quedó profundamente conmovido por la felicidad que Mario experimentó. Luego Kees tomó prestada una ambulancia de su empresa y le organizó una ruta por el puerto de Rotterdam. Era su último deseo antes de morir y se sorprendió de lo fácil que había resultado hacer que Mario terminase su vida de una forma especial.

Apenas dos meses más tarde la fundación empezó su andadura. Hoy dispone de 150 voluntarios que hacen realidad estas peticiones. «Esperamos seguir cumpliendo deseos gracias a la colaboración de todos los que creen, al igual que nosotros, de forma ciega en este proyecto. Nuestra idea es poner en marcha nuevas sedes para ser más operativos. Estamos trabajando en abrirlas en Andalucía, Galicia y Asturias. No descartamos hacerlo también en Extremadura, donde los cacereños César García y Ana Sánchez están muy involucrados para que llegue a la región», afirman desde la fundación.

En ella explican que la mayoría de la gente hace peticiones sencillas. Desde ir a tomarse una cerveza con los amigos que no ven por culpa de la enfermedad, pasando por estar en la boda de una hija, hasta ver el mar o asistir a un concierto. «Todos los deseos son bienvenidos, tanto para adultos como niños y se cumplen de manera gratuita. Se sufragan con el apoyo de empresas», apunta José Manuel.

Dice que son pequeñas cosas a las que a menudo no damos valor pero nos hacen felices. Y es que a veces el simple hecho de escuchar por última vez el tic-tac del reloj de casa es suficiente para marcharse con una sonrisa.

Francisca junto a la enfermera cuando llegaron a Jaraíz. Lorenzo Cordero

¿Qué pasos seguir si quiero pedir un deseo?

La Fundación Ambulancia del Deseo cumple las últimas voluntades de pacientes terminales y con serias dificultades de movilidad. Suelen estar encamados en la mayoría de los casos. Para ello los familiares de los enfermos deben rellenar el formulario de solicitud que se encuentra en la página web www.ambulanciadeldeseo.es y describir la petición. Deben especificar la dirección donde habría que recoger al paciente y la de destino. En el formulario hay que mencionar el nombre y teléfono de una persona de contacto donde responsables de la propia fundación llamarán entre las 08.00 y las 20.00 horas. Si el deseo está dentro de sus posibilidades organizarán el transporte con una ambulancia y el personal sanitario.

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