

Este martes, 4 de junio, la vecina de Jaraíz de la Vera Vicenta Hernández Jiménez ha cumplido 100 años. Natural de Cuacos de Yuste, reside en la villa jaraiceña desde hace más de 65 años, a donde llegó porque su marido, Antonio Serradilla Fernández, fue destinado como Guardia Civil, tras haber ejercido en Caya, Badajoz, y Cáceres.
Antonio y Vicenta se conocieron porque él era ahijado del «señor Moisés, el electricista de Cuacos», padre de ella. Antonio antes de ingresar en la Guardia Civil, a los 22 años, fue barbero. Al jubilarse y dejar el viejo cuartel jaraiceño de la avenida de la Constitución se mudaron a la calle Sevilla. De este periodo Vicenta guarda buenos recuerdos. «En el cuartel éramos todos como una familia. Buenos compañeros, en donde no había ni riñas ni trifulcas», precisa.
De su último domicilio, pues ahora está con su hija Angelita, en la calle Zaragoza, se acuerda de su vecina Emilia. Actualmente, a quienes más echa en falta son, precisamente, a su marido y «a la señora Emilia», con la que ha convivido 46 años. «Éramos como hermanas», asegura, y siempre se llamaban por el respetuoso «señora Vicenta o señora Emilia», apostilla.
A lo largo de estos cien años ha vivido muchos cambios, todos ellos, destaca, que para mejor. «Ahora estamos más avanzados». Lo mismo opina de los jóvenes. «Tienen muchas libertades. Antes estábamos a lo que los padres decían… y a callar», resume.
Vicenta va todos los días por la tarde al parque Los Bolos. Es uno de los momentos gratos para ella, porque habla con la gente. Todo el mundo se interesa por ella. Le encanta ir con su hija al atardecer. Para ello, tiene que bajar 76 escaleras del bloque en el que vive, en un cuarto piso. De cerca ve bien y conoce a la gente «por los andares».
Una de sus aficiones es leer (sin gafas) cada mes la edición en papel de HOY Jaraíz y ver Castilla-La Mancha televisión. «Porque ponen mucho cante, bailes y toros», sonríe. Aunque padece un poco de hipoacusia, lo de los pitidos de los móviles es otro cantar.
Los móviles, reconoce, que son un invento bueno porque «se comunica más la gente», comenta, pero lo del wasap es otra historia. «Lo de dar con el dedo no me gusta, no se me da bien».
Es un adelanto más de estos tiempos, reitera, como los que ha experimentado Jaraíz en décadas, asiente Vicenta, que tiene 3 hijos, 6 nietos, 6 biznietos y «mucha gente a la que admira» y mucha que, a su vez, «la quiere a ella», añade su hija.
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