Diciembre se despide mostrando la belleza natural que envuelve a Jaraíz

Jaraíz de la Vera tiene más encantos que defectos; muchos según sus detractores, que haberlos hay; y no pocos, los defectos y los detractores. Es un pueblo que, pese a lo que pudiera parecer, tiene mucho que ofrecer, enseñar y de lo que disfrutar y presumir.

El casco antiguo (con judería incluida) no es tan desastroso como lo ven algunos. Si se observa como lo hizo Unamuno, todavía conserva su encanto. La iglesia de Santa María es una maravilla y la de San Miguel, también tiene su aquel. Ambas centinelas del mismo.

El mirador del parque Los Bolos es único. Ofrece las mejores vistas de la comarca de la Vera: Yuste, Gredos, el belén nocturno que conforman los pueblos veratos asentados en las faldas de la sierra y una campiña variopinta.

El complejo turístico del Lago es la piscina no solo más grande de la zona sino también la más visitada y admirada por el paisaje que la rodea. Lo mismo que el charco Las Tablas y otros rincones de la garganta de Pedro Chate.

El Cerro de las Cabezas, el pulmón verde de Jaraíz, aunque no está declarado parque natural periurbano, reúne todas las condiciones para ser monumento natural: robles, castaños, pinos, madroños y decenas de aves que anidan en él por doquier.

Naturaleza y más naturaleza. Como la dehesa boyal. Otro enclave sostenible del que alardear y que también hay que mimar. La lista de atractivos, encantos y maravillas que ofrece Jaraíz de la Vera, denostado por muchos -tanto por propios y extraños-, es alargada. Por eso, diciembre se ha querido despedir mostrando este domingo al anochecer la belleza natural que envuelve a Safariç, Jaraíz, con más de 800 años de Historia.

El anochecer de hoy domingo, 27 de diciembre, visto desde la villa jaraiceña ha sido espectacular. Villa de 1680, que tiene más encantos que defectos en contra de lo que pregonan sus detractores. Y, por su puesto, muy mejorable, sino en todo, en muchísimo.