La más veloz subiendo montañas
La corredora verata Vanesa Ortega Trancón, especialista en kilómetro vertical
J. LÓPEZ-LAGO
Miércoles, 4 de octubre 2017, 20:37
Escuchándola hablar con una voz tan dulce no es fácil imaginar que se trata de la mejor especialista de España en un tipo de competición de las más agónicas que existen. Vanesa Ortega Trancón (Plasencia, 1980) es campeona de España y subcampeona del mundo en kilómetro vertical, una disciplina englobada en las carreras de montaña que consiste en llegar la primera en un trayecto de longitud variable que tiene 1.000 metros de desnivel. Valga una imagen para describir este tipo de pruebas: muchos competidores con horas y horas de entrenamiento en sus piernas llegan a la meta arrastrándose.
Vanesa Ortega, que vive en la comarca cacereña de La Vera, compagina este deporte con su profesión de enfermera, la cual ejerce hace cinco años en una clínica privada y de manera temporal cada vez que la llama el Servicio Extremeño de Salud (SES). Aficionada a la montaña desde pequeña y embarcada en ocasiones en expediciones de largo recorrido, aquellas en las que hay que andar varios días cargando una mochila a la espalda -en 2008 intentó coronar el Cho Oyu, uno de los catorce ochomiles, gesta que ninguna extremeña ha logrado aún-, Ortega fue inscrita en su primer carrera de montaña casi por casualidad.
Ya en 2004 visitó Nepal por primera vez. También ha hecho alpinismo en los Andes pero fue en 2012, al resultar fallida una expedición a Bolivia, cuando participó en su primera carrera de montaña y arrasó
Después lograría el campeonato de España en kilómetro vertical y en 2014, integrada en el equipo nacional, fue subcampeona del mundo. El año pasado consiguió la cuarta posición y, debido a la poca diferencia con quienes la superaron, no oculta que entre sus retos está proclamarse como la mejor en esta disciplina algún día. «No hay nada inalcanzable», declara esta joven de Aldeanueva de la Vera, donde vive con su pareja y donde sale a entrenar prácticamente a diario, siempre subiendo o bajando cuestas, nunca en llano, bien por la zona de la Vera o en Gredos, que queda a unos sesenta kilómetros de su casa y es su hábitat natural.
Cuestión de genes
«A mí más que correr lo que me gusta es ganar», declara contundente esta verata que reconoce que tiene un don para correr gracias a la genética heredada de sus padres. Lo nota, explica, en que sus hermanos -tiene una melliza- cuando salen a correr con ella tienen un excelente rendimiento sin apenas entrenamiento.
Dice que este deporte le ha enseñado cosas. «Aprendes a que el sacrificio y el esfuerzo tiene recompensa y adquieres una disciplina que aplicas en todos los ámbitos de tu vida, también en el laboral. Sé que debes renunciar a cosas, como salir con tus amigas o que no puedes descuidar tu alimentación, pero para mí salir a correr con diez grados bajo cero o lloviendo no es un esfuerzo, aunque esto implique que aprendas a valorar tu día de descanso».
En su opinión, la moda de correr está muy bien, y sabe que esto ha llevado a muchos corredores que se han cansado de correr por las ciudades a practicar el mismo deporte en la montaña, una saturación sobre la que da la voz de alerta. «El entorno hay que respetarlo», avisa esta extremeña que reconoce que desde que avanza tan rápido entre las rocas apenas le da tiempo a disfrutar. «Me da pena que a veces voy tan rápido que no te das ni cuenta del paisaje».
Vanesa gasta cinco pares de zapatillas al año y para cada competición importante estrena unas nuevas. Sobre el debate que hay en este ámbito acerca de qué es más duro, si los kilómetros verticales en los que ella destaca o los ultramaratones de larga distancia, Vanesa opina que en los kilómetros verticales hay más espectáculo. «Además, es una carrera muy explosiva en la que das el máximo al principio y al final y donde desde el primer momento te suben las pulsaciones de una manera exagerada».
Con aliento o sin él, la realidad es que la afición a este deporte le ha permitido conocer de cerca las cordilleras más hermosas del planeta.
Sabe no obstante que su actual estado de forma no durará para siempre, pero opina que siempre hay otras facetas por explorar, por ejemplo la bicicleta, a la que su pareja cada vez le dedica más horas. «Sé que no aguantaré a este ritmo toda la vida, por eso esta temporada he parado un poco, aunque todavía me quedan unos años. El deporte tiene una edad y hay que ser sabio para no convertirte en un viejo prematuro», señala ilusionada ante la temporada que va dar comienzo en breve.
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