Las Cofradías y las parroquias jaraiceñas están ultimando los preparativos de cara a la Semana Santa de 2022, que, en principio, se celebrará como de costumbre, tras la suspensión en 2020 y con limitaciones el pasado año, en la que todos los actos litúrgicos se realizaron en los templos, sin procesiones, a diferencia de este año en que las imágenes saldrán a la calle entre el Miércoles Santo y Domingo de Resurrección.
Desde febrero, por las tardes, viene siendo habitual que se oiga en distintos puntos del casco los sonidos de las trompetas y tambores provenientes de los ensayos de las bandas de tambores y cornetas que siguen sobreviviendo tras el auge que tuvieron a finales del pasado siglo y primera década de éste en que empezaron a decaer.
En el periodo de esplendor cada Cofradía tenía su propia banda. Ahora no llegan a la media docena y con problemas para reunir los instrumentistas necesarios. Escasean las trompetas y cajas en no pocas formaciones, pero que con ilusión y sacrificio continúan cada Semana Santa contribuyendo a que los desfiles sean sobresalientes.
Si las formaciones musicales están atravesando por momentos delicados, las propias Hermandades también está sufriendo la falta de cofrades. Sobre todo, de costaleros. Por eso, algunas utilizan ya andas con ruedas. Es menos espectacular que llevar las imágenes a hombros, pero está siendo por el momento la única posibilidad de que los 12 pasos puedan seguir procesionando, cuyo discurrir por el casco antiguo o judería jaraiceña traslada a épocas pasadas estas escenificaciones de la Pasión, con esculturas de bella factura, algunas de gran calidad artística y otras sentimentales.
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