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Primeros enterramientos. P.D.CRUZ

El camposanto jaraiceño se empezó a construir en el año 1889

El anterior, ubicado en la plaza de Santa Ana, dice la historiadora Martiria Sánchez, «suponía un grave problema para la salud pública»

Sábado, 2 de noviembre 2019, 12:49

El Ayuntamiento de Jaraíz de la Vera está construyendo 60 nichos en el cementerio municipal. Concretamente, en la parte nueva, conocida popularmente como la del 'cementerio nuevo', anexa a la vieja, aunque con entrada propia. Las obras las ha iniciado la Escuela Profesional 'Capital Mundial del Pimentón', pero las terminará el Servicio Municipal de Obras.

Aunque la media anual de enterramientos en la localidad supera los sesenta, por lo general siempre hay disponibilidad de sepulturas. Se van construyendo en función de las necesidades, toda vez que el mayor número de inhumaciones se realizan en la parte vieja.

El camposanto jaraiceño está divido en tres zonas. La principal es la del cementerio viejo, ampliada en el sur, formando otro compartimento. En este espacio se edificaron los primeros bloques de nichos, a finales de los setenta. Al agotarse el terreno, en los noventa se acondicionó en el lateral una superficie mayor, dando lugar al tercer apartado, el denominado 'cementerio nuevo'. En este hay suficiente suelo para casi el próximo siglo, si la población se mantiene en los parámetros actuales o no crece a un ritmo mayor que ahora. En los dos últimos lustros se ha estabilizado, pero al alza. El balance es positivo por la llegada de inmigrantes.

En cualquier caso, la actual necrópolis con sus ampliaciones y desarrollo comenzó a levantarse en el año 1889 y acabó en 1893. «El alcalde de la villa, Ramón Sánchez, se dio cuenta de la necesidad urgente que tenía Jaraíz de un nuevo cementerio, ya que la proximidad a la población del que existía suponía un grave problema para la salud pública, acentuando las epidemias y enfermedades endémicas de la época; y por el crecimiento de la población», explica la historiadora jaraiceña Martiria Sánchez López.

El camposanto al que se refiere la cronista oficial jaraiceña se encontraba en la actual plaza de Santa Ana, inaugurado en el año 1821, cuya existencia fue corta por el crecimiento demográfico, pero, sobre todo, por constituir un problema de salud pública. «Se necesita un nuevo cementerio al ser insuficiente (el existente), porque últimamente al enterrar los cadáveres han salido cuerpos a medio descomponer, lo cual es triste y perjudicial para la salud. Las mismas pútridas pueden infectar a la población por su proximidad», argumentó el alcalde para justificar por qué era más que ineludible dotar a la villa de otro espacio para los enterramientos.

El nuevo o actual se construyó en el lugar de las cruces, próximo al ejido. Una de esas cruces se encuentra en el centro de la parte vieja. Por cierto, a la que se presta poca o nula atención. Pegada a la misma, años ha se puso un grifo con un pequeño abrevadero y los contenedores para depositar flores, velones y otros desperdicios.

De las primeras inhumaciones también hay vestigios. A la entrada, junto al muro, protegidas por una verja, hay varias tumbas de la época. Una concretamente fechada el 25 de septiembre de 1893, que resumen más de un siglo de la transformación que ha experimentado Jaraíz.

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El camposanto jaraiceño se empezó a construir en el año 1889