MARGARITA GONZÁLEZ MARTÍN
Jueves, 16 de julio 2020, 22:00
La polifacética artista jaraiceña Margarita González Martín ha querido rendir un homenaje a las víctimas del coronavirus con su ágil escritura, con motivo del reconocimiento que han recibido este jueves a nivel estatal.
Y como fugitivos, las personas deambulaban con el rostro semicubierto por una mascarilla. Sus ojos denotaban miedo y confusión.
La repentina aparición de una epidemia avanzó tan rápido como un guepardo, consiguiendo en pocos días el título de pandemia. Pandemia del Coronavirus-Covid19.
La escalofriante y devastadora muerte husmeaba todos los rincones en esta enfermedad y, sin piedad, su afilada guadaña segó la vida a miles de personas. La Ciencia, desprovista ante tal magnitud, no pudo paralizar con rapidez la novedosa enfermedad.
Las viviendas, convertidas en jaulas, fueron testigos del cambio que se produjo en cada familia.
Niños y jóvenes asumieron dicho cambio y demostraron asombrosa capacidad para aceptar lo que pasaba. Su naturaleza sana y fuerte jugó ante la vida el papel de 'gladiador' y como tal, vencieron a la muerte.
Los ancianos, de frágil salud, vivían una tranquilidad y sosiego bien merecidos. La rutina diaria colaboraba a su estabilidad emocional, y en ese remanso de paz, a muchos de ellos les sorprendió el apagón de luz de sus vidas.
Esta tragedia también afectó brutalmente al sector laboral, sufriendo la sociedad a la vez pérdida de familiares y pérdida económica por la suspensión temporal de trabajo.
En pueblos y ciudades, los balcones y ventanas eran abrazados por crespones negros que delataban el luto por la muerte de sus paisanos.
Las calles, ensordecidas por el desconcertante silencio, eran interrumpidas con el alertador sonido de sirenas de ambulancias, que multiplicaban sus desplazamientos a hospitales. Médicos, enfermeras, y demás personal sanitario excedieron sus servicios, con entrega y profesionalidad. Algunos de ellos contrajeron la enfermedad, con fatal desenlace.
El trabajo para los enterradores en cementerios fue desolador y desbordante. Allí en el camposanto terminaba el corto camino de la enfermedad de miles de personas. Y allí empezaba el duelo de familiares.
Aconteció en primavera. La primavera del año 2020. El desconsuelo por muertes y la ausencia de trabajo auguraban un futuro desolador.
- Yo, la Luna, doy fe de ello. También he llorado. ¿Se cambiará la actitud con la Naturaleza?
Vendrán más primaveras, y ¿quién sabe? Tal vez sorprendan con algo mucho mejor.
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